La Represión

Introducción:

El presente trabajo se refiere al concepto de Represión en la obra Freudiana. La primera vez que Freud utilizó este término fue en el escrito “sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: comunicación preliminar” donde explica: “en el primer grupo incluimos los casos en que los enfermos no han reaccionado frente a traumas psíquicos porque la naturaleza misma del trauma excluía una reacción (como por ejemplo la perdida, que se presentó irreparable, de una persona amada) o porque circunstancias sociales la imposibilitaron, o porque se trataba de cosas que el enfermo quería olvidar y por eso adrede las reprimió (desalojo) de su pensar conciente, las inhibió y sofoco.” 

En los primeros estudios donde Freud se dedicaba a estudiar los fenómenos histéricos, el término que el autor  utilizaba para explicar dichos procesos era el de defensa en lugar del termino represión. En los desarrollos teóricos que Freud escribe luego, postula la diferencia que existe entre el término de represión y el término de defensa.

Desarrollo

Es posible que cuando una moción pulsional quiera ser expresada la misma se choque con resistencias que quieran volverla inoperante, a ese estado donde la pulsión es siempre buscadora de placer. Vale aclarar que la insatisfacción de la moción pulsional no es motivo de la represión.

Freud para explicar dicho concepto, se basa en la amnesia infantil que es la que marca la constitución de lo conciente y lo inconsciente (donde lo reprimido es el complejo de Edipo y el complejo de castración) aquí es donde se crea la represión estructural, algo que tenía que salir a la luz en lo conciente, fue denegado. “Así se establece una fijación, a partir de ese momento la agencia representante en cuestión persiste inmutable y la pulsión sigue ligada a ella”.

 Es oportuno resaltar que las defensas pulsionales pre-edipicas (el trastorno en lo contrario y la vuelta hacia la propia persona) son los dos destinos pulsionales con los que el individuo se las tiene que ver en relación a los objetos con los que inter-actúa. La represión no es un mecanismo de defensa. “En el caso de la pulsión, de nada vale la huida, pues el yo no puede escapar de sí mismo. Más tarde, en algún momento, se encontrara en la desestimación por el juicio (juicio adverso) un buen recurso contra la moción pulsional. Una etapa previa al juicio adverso, una cosa intermedia entre la huida y el juicio adverso, es la represión (…)”

Podemos afirmar que existe Represión cuando existe la diferencia entre dos instancias psíquicas, a saber: conciente e inconsciente. El propósito que persigue el mecanismo represivo es evitar el displacer. Cuando este propósito no se cumple podemos decir que el mecanismo represivo ha fracasado.

Anteriormente planteamos la represión estructural o primordial, y ahora explicaremos la segunda etapa de la represión (que no es sin la primera): la  represión secundaria o la propiamente dicha. La represión en esta etapa, la podemos visualizar y escuchar en el trabajo clínico   en diferentes dichos del paciente donde los retoños de aquello reprimido salen a la luz conciente, bajo diferentes formas: como formaciones sustitutivas y  síntomas. Es necesario aclarar que el mecanismo de la represión no coincide con los mecanismos de la formación sustitutiva, pero lo que tienen en común es la sustracción de la investidura libidinal.

 ¿Cuáles son las diferentes vías posibles a donde el quantum de afecto es dirigido? La pulsión es sofocada por completo, o sale a la luz como un afecto disfrazado cualitativamente de algún modo o se muda en angustia.

En los diferentes cuadros clínicos (histeria de angustia, histeria de conversión y neurosis obsesiva) la represión se ve totalmente fracasada, en la histeria  de conversión por ejemplo, se ha vuelto posible mediante variadas formaciones sustitutivas pero en lo que respecta a la sofocación del monto afectivo constituye un éxito completo. El  mismo es puesto en el cuerpo bajo alguna forma sintomática. O sea aquí  el proceso no requiere de un segundo tiempo como sucede en la histeria de angustia, donde el afecto es desplazado a un objeto externo (intento de huida). 

En las neurosis obsesivas se mantiene, la idea, en el aparato psíquico y lo que se desplaza es el afecto. El impulso hostil  hacia la persona amada es el que cae bajo  represión. “en un primer periodo -periodo de la inmoralidad infantil-, ocurre los sucesos que contienen el germen de la neurosis posterior. Ante todo, en la más temprana infancia, las vivencias de seducción sexual contra que luego posibilitan la represión; y después las acciones de agresión sexual contra el otro sexo, que más tarde aparecen bajo la forma de acciones-reproches(….) reprimir ese reproche y sustituirlo por un síntoma defensivo primario. Escrúpulos de la conciencia moral, vergüenza, desconfianza de sí mismo, son esos síntomas, con los cuales empieza el tercer periodo, de la salud aparente, pero, en verdad, de la defensa lograda (…) el periodo siguiente, el de la enfermedad, se singulariza por el retorno de los recuerdos reprimidos, vale decir, por el fracaso de la defensa(…).”

A modo de conclusión y apertura

¿Por qué vuelve a retornar lo reprimido? Por los sentimientos ambivalentes (amor-odio) hacia los objetos con los cuales el sujeto se relaciona.

Podemos decir que el concepto prínceps que da cuenta de los cuadros neuróticos es el mecanismo de la represión. Sin este presente, estaríamos frente a casos no-neuróticos. 

Bibliografía:

  • Sigmund Freud: “Primeras publicaciones psicoanalíticas (1893-1899) tomo III. Ed. Amorrortu.
  • Sigmund Freud: “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre metapsicología y otras obras (1914-1916) tomo XIV. Ed. Amorrortu