Trastornos por adicción

Caso x

En este camino que decidí emprender, el Ser  una persona inclinada a interesarme hacia el porqué del sufrir humano, las limitaciones, los dolores, las alegrías y a veces el no saber cómo Ser. A lo largo de todo este año, la vida me brindo la posibilidad de conocer personas las cuales me posibilitaron la oportunidad de ir aplicando, de a poco, los conocimientos que fui adquiriendo en este año de cursada.

Una de estas personas que conocí, a la cual voy a nombrar X, que presenta problemas con el alcohol.  En los primeros encuentros, notaba que X estaba muy perturbado, alcoholizado la mayor parte del tiempo, su atención estaba disminuida, su nivel de conciencia era vigil, su proceso de pensamiento era lento y su memoria era frágil, su juico por momentos estaba conservado y su estado afectivo estaba desbastado, y  su forma de actuar era arrolladora.. Sus relatos eran superficiales, sin contenido emocional. Sus aspiraciones eran comprar ropa, estar vestido con las “mejores marcas”, y seguir en el escenario de la vida desde una imagen que ofrecer para ser aceptado.

Me fui  interesando en sus conversaciones, y así fue que él me confió que tenía dos hijos, de dos madres diferentes. Uno de los niños de 10 años y otro de 4 años a los que no veía con frecuencia ya que sus respectivas ex mujeres no lo dejaban acercarse a ellos. Su padre había fallecido cuando el tenia 24 años. Su padre había sido propietario de una compañía y (por intermedio de su hermano me informo que habían perdido todo y entraron en quiebra.)

La historia de X comienza a los 16 años, probando marihuana, yendo a estadios de futbol con la gran necesidad de pertenecer y forma parte de una “barra brava” de futbol.  Sus “colegas” lo llevaban a su casa, X llegaba a su casa ebrio o “fumado” y nadie notaba su presencia. Los días que no estaba con los “chicos de la barra” se reunían con sus primos a jugar a la play y comenzaron a tomar pases de cocaína. Así fue la vida de X,  llegó hasta cuarto año del colegio y a los 24 años tuvo a su primer hijo, viviendo con su primera mujer durante 4 años. Según él, se cansó de las constantes inconformidades de su mujer, y decidió abandonar el hogar y seguir adelante solo. En este momento el trabajaba para una empresa de telecomunicaciones, en un puesto que le permitió conocer según el “gente importante que lo ayudo a conectarse comercialmente”.

Su hermano, trabajaba como remisero y también “pego contactos importantes” y logro un puesto de trabajo en un ministerio publico. Para X, su hermano es un “grande”, reconoce los esfuerzos de su hermano para estar en el lugar donde está y cuenta con una ambivalencia de amor-odio-admiración para con el (según infiero mediante sus relatos). A los 27 años conoce a su segunda mujer con la cual conciben un  hijo y cuando el hijo nació, ella decidió dejarlo a él. En ese momento Q se re-encuentra con una prima lejana con la cual comienza a sentirse querido y con el tiempo comienzan una relación. Se van a vivir juntos, él trabaja y la ayuda a ella a invertir en propiedades la herencia que ella había recibido de su padre. La relación  alimentada de idas y vueltas fue creciendo, hasta que ella le sugirió la idea de concebir un hijo. Queda embarazada, esperaban una niña. Un fin de semana que salían de su casa en las afueras de Bs. As, iban manejando y tienen una discusión. El baja del auto a comprar cigarrillos , ella ocupa el lugar del conductor y decide regresar a la casa. Cuando retoma la ruta, ella es investida por un automóvil. El ve la escena de lejos y observa atónito el accidente. Al acercarse se encuentra con su mujer embarazada muerta. La angustia, la ira, el desconcierto toman posición en el sentir y en el actuar de Q. Literalmente no sabe qué hacer.  

Su hermano, es el que se ocupa de acompañar a la familia de ella. Se hace cargo del entierro. Q no podía comprender ni entender la situación. Desde entonces, Q se siguió refugiando en el alcohol, la noche, las fiestas glamorosas. Estas salidas se prolongaron a lo largo de todas las semanas. En este transcurso, Q trabajaba en una empresa de aromatizaciones. Fue cuando tuve la oportunidad de conocerlo. Al tiempo, me cuenta que se fue del trabajo porque “le rompían mucho las p.” Conociendo la historia, me informo que en realidad lo habían echado. Su hermano le consigue otro trabajo, pero el día que tenía que ser entrevistado, tuvo un altercado en la vía publica con un conductor fortuito con el cual discuten, se pelean y así, pierde su posibilidad laboral.

Toda la situación, puso en marcha mis conocimientos aislados y perdidos que fui creando a lo largo de estos tres años de carrera. Pero la diferencia estuvo cuando en la segunda parte de este año nos enseñan qué son los trastornos de personalidad, sus modalidades, co morbilidades, que tipo de transferencias se juegan en los diferentes trastornos y como se supone que hay que intervenir en casos de adicción. Siguiendo esta línea, estudiando los trastornos narcisistas para el parcial, me informo que los pacientes narcisistas son más fáciles de ayudar si han alcanzado la mitad de la vida o más adelante, cuando su investidura narcisista en la belleza, fama, riqueza y poder fue decepcionada y cuando tal vez ya se hayan chocado con limites realistas a su grandiosidad. Con toda esta información , evidencio que uno de los subtipos de este trastorno es el deprimidoagotado que se comporta de manera zalamera, insinuante, busca a personas para idealizar, es fácilmente herido y siente envidia crónica de los otros que ve en posiciones superiores.

 Cuando hablo de Q en mi terapia individual, le comento a mi analista que por las actitudes de Q me parecía que era un antisocial, por sus actitudes groseras y su falta de respeto en el orden público (dejar mal estacionado su auto en la calle, pasar semáforos en rojo, enojarse frecuentemente con otros conductores si no le daban el paso). Yo me asuste mucho, y decidí no volver a contactarme con él. Mi analista me propone un nuevo enfoque y me dice “franca, trata de verlo como una persona enferma que tiene un problema por adicción y que con todos sus duelos esta al parecer bastante triste y deprimido. No lo veas como un demonio. Intenta verlo como una persona adicta.” Es en ese instante donde mi razón y mi corazón vislumbraban un poquito mejor de que se trata esto de ser profesional de la salud.

Luego de días de estudio, me vuelvo a re encontrar con Q. Conversamos, y en un momento fugazmente empieza a cambiar de humor. Se vuelve agresivo, se siente herido, y habla de su hermano con desprecio. Se enoja muchísimo conmigo al no acceder a entrar en su “mundo” y se va. (Esta escena se repitió varias veces en diferentes días). Es aquí donde decido que no puedo seguir implicándome tan personalmente con Q y elijo contactarme con su hermano telefónicamente (al hermano lo había visto en una oportunidad , Q me lo presento). En el inicio de la conversación, le explico que soy estudiante de psicología y que sentía éticamente comunicarme con él, al saber el estado de su hermano, el cual a mi entender estaba buscando ayuda desesperadamente y no sabía cómo conseguir dicha ayuda. 

Su hermano me informa sobre los diferentes tipos de ayuda que él había intentado ofrecerle a Q desde que éste tenía 16 años y que todo había sido en vano. Que él sentía mucha vergüenza que le había llevado un gran esfuerzo y dolor hacerse de un “apellido” y marcar la diferencia entre él y  Q. Me relata sobre hechos puntuales familiares, como el quiebre económico familiar que todos vivieron, el entierro de la mujer de Q del cual él se hizo cargo y me expresa que ya no sabe más que hacer. En ese momento le sugiero que su hermano necesita internarse, hacer un tratamiento. Le ofrezco un número de teléfono de una institución y me dice que el ya tiene una institución que conoce porque interno a su novia en ese lugar y que otra amiga de el que ya había estado internada allí la cual, logro un excelente resultado. Que él lo iba a poner en contacto a Q con el lugar y que iba a ser la última oportunidad que le daba.

Los días transcurrieron Q me contacta y me dice que empezó con el tratamiento. Que se siente con fuerzas, y que estaba agradecido al saber que su hermano lo iba a ayudar. Q intento volver a buscarme de una manera casi adictiva. Con mensajes, llamados, insistencias, en las cuales me sentía casi obligada a satisfacer su demanda. Hasta que entendí  que justamente ahí, es donde la disociación instrumental debe ser atendida. Ese es el límite en mi corta experiencia como mera aprendiz de reconocer, cuando dar lugar a una demanda de amor y cuando no. 

En toda esta experiencia tan enriquecedora, desde el ingreso a la facultad, los conocimientos, mi terapia, y la cátedra de psicopatología, fueron de a poco “cayéndome algunas fichas” sobre los conocimientos teóricos leídos y estudiados. Estoy aprendiendo la importancia de diferenciar, las distintas estructuras, los rasgos, los estilos, la comorbilidad con otros trastornos. Y la habilidad que de a poco un buen terapeuta debe ir creando para asistir en definitiva a las personas que sufren. 

Uno de los conocimientos que aplique, cuando me encontraba con Q, fue dentro de las características de los trastornos narcisistas puede haber co morbilidad con el trastorno bordeline, y puse especial atención en que “el diagnostico del trastorno bordeline de la personalidad es esencialmente una descripción de una persona histriónica en el nivel más severo, y sentí la exasperación y aprehensión mientras su ansiedad intensa lo impulsaba a actuar y no a hablar. También corrobore que cuando ellos pueden ver a un terapeuta como poderoso Q llegaba a ser muy seductor, y frente a la negativa de mi parte, se desataba su ira.  También creo haber corroborado la “locura privada” que describe Green para los trastornos bordelinde.   

Quiero destacar que  lo más interesante que llegue a comprender, gracias a la guía de mi analista y los vastos conocimientos de preguntas que fueron completadas por el Dr. Gobbi y por otros docentes de diferentes cátedras, que mas allá de los trastornos o enfermedades mentales, SOMOS TODOS HUMANOS personas que sentimos, que no sabemos cómo hacer para vivir con el malestar en la cultura que nos acompaña a lo largo de los siglos.

Por todo lo descripto, simplemente digo  ¡G R A C I A S ¡ por ayudarme a creer en los deseos, en los sueños, en que la realidad se puede percibir de diferentes formas y en todas ellas se puede apreciar el ARTE HUMANO DE VIVIR.